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Psicomotricidad: Actuar, jugar, pensar
La práctica psicomotriz tiene como objetivo la maduración de los procesos psicológicos a partir de la acción y del juego.
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Dicho de otra manera, ayuda a las criaturas a desarrollar su pensamiento de una manera armoniosa a partir de la acción. En nuestra práctica optamos por la metodología Acouturier vivenciada y espontánea que les permite, conocer sus posibilidades de movimiento al tiempo que aprenden su coordinación general, su tono, su equilibrio, ritmo etc. Y en donde las criaturas expresan libremente sus deseos, emociones, sentimientos.
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Lo que pretendemos es acompañar a las criaturas en su proceso madurativo, dándoles otros medios de expresión además de los que posee en sus salas. La sala de psicomotricidad es un lugar de juego grupal entre iguales y dota a las criaturas de estrategias para poder desenvolverse en el mundo como un ser que siente, piensa y actúa.
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Las criaturas en pequeños grupos irán a la sala una vez por semana.
Los beneficios que la práctica psicomotriz les aporta son, entre otros:
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Les permite descubrir y conocer su propio cuerpo progresando en la coordinación y control postural en situaciones de equilibrio y desequilibrio.
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Adquirir identidad y seguridad en sí mismas.
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Expresar, a través del juego simbólico fantasías, deseos y necesidades.
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Experimentar y aprender nociones espaciales y temporales teniendo en cuenta el propio cuerpo.
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Expresar a través del cuerpo y del lenguaje verbal sus estados de ánimo, emociones y sensaciones.
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Aprender a respetar y aceptar pequeñas normas y límites, en compañía de los otros.
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Desarrollar la atención y ampliar las capacidades cognitivas.
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Desarrollar la coordinación óculo manual y la motricidad fina.
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El Cesto de los tesoros
Consiste en una actividad de exploración para bebés. Lo ideal es ofrecerles esta propuesta cuando ya son capaces de sentarse por sí mismos y permanecer en esa posición de manera cómoda y relajada (suele ser en torno a los 8 meses aproximadamente).
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El cesto de los tesoros es un cesto con un tamaño y una altura determinada, cómodo y accesible a la postura de las criaturas. Lo llenamos de objetos cotidianos y naturales intentando que sean lo más variados posibles: una naranja, un pequeño frasco de cristal grueso, un peine de madera, una brocha de maquillaje, una piedra, una piña...
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Las criaturas manipularán, observarán y sentirán las características tan diversas que los objetos del cesto les ofrecen. Es una propuesta muy sencilla que les invita a experimentar una gran variedad de sensaciones, diversas texturas, peso, forma, color, olor, sonido, consistencia, volumen, temperatura, etc. que percibirán a través de sus acciones (tocar, chupar, oler, escuchar...).
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Las educadoras y educadores permanecen tranquilas, mirando a los bebés que juegan con los objetos y mostrándoles su satisfacción ante sus acciones, pero sin intervenir.
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Está actitud de disponibilidad da seguridad a las criaturas y libertad para seguir investigando por sí mismas.
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